lunes, 30 de julio de 2012

Nota Revista Hola - Mayo de 2012





Guardiana de la obra de su padre, le rinde homenaje en unas espectaculares fotos

JULIETA KEMBLE


“Me hubiera encantado que mis hijos conocieran a papa”


Heredera de la colección de uno de los artistas más representativos de la Argentina del siglo XX, habla de su nuevo proyecto editorial: un compendio de los escritos de su padre como estudioso y crítico de arte.

Apartir de 1960, Kenneth Kemble escribió decenas de columnas sobre arte en el Buenos Aires Herald y se convirtió en un destacado articulista alrededor del mundo. Hijo de un inmigrante británico llegado a Argentina en 1911 y nieto de una pintora escocesa nacida en la India, desde muy joven se volcó al arte conceptual y tomó la escritura como un instrumento para difundir sus ideas de vanguardia.
A partir de 1998 –año en que murió, a los 74– su hija Julieta (40) es la albacea de su obra y su legado. Con sumo cuidado, ha resguardado no sólo el gran patrimonio pictórico de uno de los más renombrados artistas del Informalismo, sino que también se encargó de difundir su obra como escritor y erudito del arte. Con estudios en Comercialización y Dirección de Empresas, Periodismo e Historia del Arte, Julieta es la segunda hija del artista, fruto de su relación con Berta Haendel, su cuarta mujer. Casada desde 1998 con Justo Saavedra y madre de tres hijos –Octavio (11), Tasio (7) y Amalia (5)–, hoy dirige JK, una casa editorial dedicada a la difusión del arte.
A catorce años de la muerte de su padre, Julieta rescató una de las facetas que él utilizó con coraje y lucidez para plasmar su pensamiento durante la segunda mitad del siglo XX –un momento de transición entre lo moderno y lo contemporáneo– y publicó dos volúmenes bajo su sello editorial. “Si tuviera que elegir un recuerdo de él, sería sentado en la mesa con su gin, escribiendo”, confiesa Kemble sobre un hombre que amaba a los gatos, era fanático del jazz y siempre luchó por la difusión del arte argentino en el mundo.

–¿Qué te hizo difundir con tanto ímpetu la obra de tu padre?

–Antes que nada, preservar el legado de una persona a la que quise tanto. Resguardarla, cuidarla y ponerla en
valor me da fuerzas para ayudar a organizar exposiciones y promocionar el papel de Kenneth Kemble en el mundo.
Porque él no sólo fue un gran pintor: su creatividad, su trabajo y su aporte a la cultura fueron tan grandes como su obra pictórica. Y a través de sus escritos es que dejó plasmado su riquísimo pensamiento.

–¿Sobre qué temas escribía?

–Economía, política, literatura, música, de todo… Escribía a los diarios, a los artistas, a sus novias. Pero creo que sobre lo que más escribió fue sobre arte, el tema que conocía como ningún otro. Porque su inquietud principal era la difusión del arte argentino. El pensaba que este país, al estar tan alejado, tenía cosas únicas que debían darse a conocer.
Era un maniático de sus columnas en el Herald y era consciente del gran poder que tenía para lapidar o ponderar el trabajo de cualquier artista. Yo siempre admiré su ética, el rigor y la disciplina con que desarrolló su tarea.

–¿Te ves parecida a tu papá?

–Creo que en mi sentido de la lealtad y la justicia. Al igual que él, yo soy muy sajona y no tengo problema en decir lo que pienso. Porque mi padre no fue un artista del montón, ni un artista condescendiente, ni un amante
del poder. Provengo de una familia con una tradición de mujeres con coraje y personalidad. Y eso se hace evidente en esta labor que desempeño desde hace años como laalbacea de la Colección Kemble.

–¿Qué te llevó a publicar estos libros?

–Principalmente, mi gran admiración hacia todo lo que hacía. Yo crecí muy apegada a él y nuestro vínculo era muy estrecho. Por eso, cuando murió, no dudé en hacerme cargo de su colección y luchar para difundir los valores que plasmó en su obra. Mi padre no fue ni el mejor ni el más cotizado artista de su tiempo, pero fue un hombre que siempre se enfrentó con los poderes públicos y privados que no cumplían con su palabra. Y eso me hizo avanzar en este proyecto, que no se habría concretado sin el apoyo de Justo Pastor Mellado, uno de los más grandes curadores y críticos de arte latinoamericano hoy en día.

–Si tu padre viera la publicación de estos libros, ¿qué pensaría?

–Me hubiera encantado que mi padre viera lo que estoy haciendo por él, porque siempre estuvo muy orgulloso de mí, ya que teníamos muchas cosas en común más allá de nuestro vínculo. Creo que él jamás pensó en publicar su obra escrita, ya que en toda su vida su único sueño fue promover la creatividad de los artistas por encima de las estructuras impuestas por el mercado y la sociedad.
Publicar sus escritos no fue su sueño para él, pero sí comienza a ser el mío.

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